miércoles, 30 de marzo de 2011

Los miebros de Red Deporte y Cooperación ven resultados de su trabajo y experimentan como es la vida cotidiana en Congo


Oscar Nkot puede estar satisfecho de su trabajo. Cuando llegó a Goma (República Democrática del Congo) hace un año estaba todo por hacer en Boscolac, un terreno adquirido por los Salesianos a orillas del lago Kivu. Allí, en los barrios colindantes de Mugunga y Nyabiunyu, viven familias muy pobres en casas hechas de lata y maderas. Muchos de sus habitantes huyeron de los estragos de la guerra, y aunque hoy hay una apariencia de calma, el conflicto sigue latente. Oscar es cooperante de Red Deporte, y cuando aterrizo en 2010 a Goma el proyecto, financiado por Castilla La Mancha, estaba listo para arrancar.

Un año después, en la parcela enclavada entre dos colinas y asomada como un balcón a las aguas verdes del lago Kivu, se levanta un edificio que alberga un dormitorio, varias salas de reuniones, un comedor, almacenes y una enfermería. Treinta jóvenes de familias desplazadas han sido ya seleccionados para entrar a vivir en Boscolac. Allí tendrán un ambiente mejor para poder estudiar y convivir.

En el centro hay también un campo de voleibol y una pista deportiva donde se puede jugar al baloncesto y al futbol. Además 7 de los 30 residentes en él, otros jóvenes empezaran pronto a participar en talleres sobre temas como higiene, construcción de la paz, sanación de traumas, derechos de la mujer y otros temas que tienen que ver con su situación diaria. En el proyecto estaba previsto también mejorar el acceso al lago de los cientos de personas que todos los días bajan la empinada cuesta que da al lago para recoger agua. Casi todas ellas son mujeres y niños, a los que ahora les resulta más fácil utilizar las escaleras construidas y sacar el agua desde una plataforma que se ha acondicionado para darles más seguridad.

Pero para llegar a este punto hay que hacer frente cada día a un sinfín de situaciones inesperadas. El pasado 28 de marzo tuvimos ocasión de comprobarlo cuando nos dirigimos en coche desde Goma hasta Boscolac. La distancia de 15 kilómetros se suele cubrir en unos 40 minutos, debido al pésimo estado de la carretera y el caótico trafico que obliga a conducir con mucha prudencia.

Ese día tardamos más de una hora. Al llegar a pocos kilómetros de Boscolac nos encontramos con un nutrido grupo de personas que apoyaban una huelga de « minibuses », como se conoce aquí a las destartaladas furgonetas que son el único medio de transporte disponible. Los que protestaban cortaron la carretera, lo que nos obligo a transitar por caminos secundarios llenos de profundos baches.

El regreso fue peor. Nada más salir de Boscolac, varios jóvenes habían cortado la carretera con piedras y al acercarnos a la barrera nos recibieron con gritos poco amigables. Llevar con nosotros al hermano salesiano Honorato Alonso, nuestro socio local y toda una institución aquí, nos sirvió para aplacar los ánimos y conseguir que nos abrieran paso con mejores modos. Pero nada más pasar, nos encontramos de frente con dos coches de militares que venían enfrente de nosotros disparando al aire para dispersar las protestas. En un momento, todo el mundo salió de estampida y tras un momento de desconcierto dimos la media vuelta como pudimos e intentamos salir de aquel atolladero de disparos, gritos y confusión por caminos estrechos que finalmente nos llevaron de vuelta a Goma sanos y salvos.

Por la noche, con una cerveza fresca en la mesa y más calmados, tres cooperantes de Red Deporte y el hermano Honorato rememoran lo ocurrido y celebran que no haya habido que lamentar muertos ni heridos en la refriega de la tarde. Como ocurre a menudo en los lugares de post-conflicto, la calma aparente se desvanece para dar paso a brotes de violencia que surgen por cualquier motivo. Goma es uno de esos lugares. Por eso Red Deporte esta aquí. Para que las víctimas del conflicto puedan, por lo menos, vivir un poco mejor. Quienes, como Oscar, trabajan aquí, saben que el trabajo es difícil. Pero precisamente por eso, cuando lo ven terminado se sienten más felices.

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