África no es responsable de la crisis, pero está sufriendo sus consecuencias. Cuando ésta empezó en el mundo desarrollado, muchos analistas dijeron entonces que no afectaría a los países africanos, pero se equivocaron.
El punto de partida de la crisis económica en África puede identificarse con algunas revueltas que hubo a principios de 2008 en ciudades africanas a consecuencia de la subida de los precios de los alimentos, es decir, la crisis alimentaria. El origen de ésta no hay que buscarlo ni en el cambio climático, ni en sequías, sino en otro hecho: cuando los precios del petróleo cayeron, los especuladores buscaron otros objetos con los que negociar y se dieron cuenta de que los alimentos se podían convertir en objeto de especulación en los mercados financieros. Por ejemplo, los precios de los cereales se multiplicaron por 20 en la bolsa de Chicago.
Las consecuencias fueron desastrosas para África. La mayor parte de las familias se gastan el 70% de su presupuesto en alimentos. Y hay que tener en cuenta que unos 44 millones de niños en África sufren de desnutrición.
Los que ganaron de estas subidas no fueron los agricultores, sino los intermediarios y los especuladores.
En África, la agricultura industrial está creciendo a expensas de la agricultura familiar. Se trata de una forma de cultivar desconocida hasta ahora en África, en la que la finalidad es aumentar la producción y obtener el mayor beneficio posible, usando mucho pesticidas y fertilizantes que terminan por destruir los suelos de cultivo.
En África, el 70% de la gente depende de la agricultura, pero de promedio los gobiernos nos suelen dedicar más del 4% de sus presupuestos a la agricultura. En parte esto se debe a que los programas de ajuste estructural impuestos por países donantes han hecho que los gastos sociales de los presupuestos disminuyan. Los subsidios que antes se concedían a cooperativas de agricultores han desaparecido.
La producción de alimentos en África ha pasado de ser para consumo familiar a ser para exportaciones. Además, la gente en África ha cambiado sus hábitos alimentarios y ahora consumen muchos más productos que hay que importar, como trigo y arroz, en lugar de patatas dulces, mijo y maíz.
A esto hay que añadir el fenómeno del acaparamiento de tierras que compañías extranjeras –sobre todo de Asia y países árabes- están llevando a cabo en países africanos. Esto lo hacen para alimentar a sus poblaciones y también para producir agrocombustibles.
Todo esto está muy ligado a la crisis económica en África. Cuando se cortaron los créditos, disminuyó el comercio y los precios de materias primas bajaron mucho en 2008. Esto fue un desastre para países africanos que habían crecido mucho durante años anteriores. Aunque el conjunto de países de África subsahariana apenas representa el 1% del comercio mundial, para muchos de estas naciones representa la mitad de su Producto Interior Bruto, y sus ingresos disminuyeron mucho, obligando a realizar cortes drásticos en las partidas para gastos sociales.
A esto hay que añadir que la bajada del dólar en los mercados financieros ha hecho que muchos países africanos tuvieran que devaluar sus monedas, y esto significa que tienen que gastar más para pagar sus importaciones. Muchas industrias locales tienen que comprar artículos del extranjero, y al subir los precios de éstos ha hecho que bastantes de ellas tuvieran que cerrar, lo que ha aumentado el desempleo.
Hay otros elementos de esta crisis: compañías extranjeras de inversores que se han retirado de África, disminución de la ayuda oficial al desarrollo… y también un bajón en remesas que los inmigrantes africanos en Europa mandaban a sus familias, ya que suelen ser ellos los primeros en perder sus empleos.
Los países africanos que han hecho esfuerzos por diversificar sus economías se han enfrentado a la crisis mejor, pero por desgracia no son muchos.
A la crisis económica hay que añadir otra: una fuerte crisis social. Muchos africanos han perdidos sus puestos de trabajo, y esto ha hecho que muchas familias se hundan en la pobreza. Una gran masa de jóvenes desempleados se convierte en una bomba de relojería.
Otro nuevo fenómeno es la privatización de los bienes de uso común, los que son necesarios para vivir, como el agua y la energía. Una de las condiciones impuestas a África ha sido la privatización de servicios públicos esenciales.
Finalmente, hay que añadir al menos otras dos crisis: la ecológica, que ha venido por un exceso de producción y la destrucción de recursos naturales, y la ética, que tiene que ver con una crisis cultural de identidad.
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