Con una población
de 82 millones y un índice de desarrollo humano de los más bajos del mundo,
Etiopía es a su vez uno de los países más interesantes, con una vasta y rica
cultura milenaria. La antigua Abisinia es un país de contrastes donde la
pobreza y las hambrunas se combinan con un índice de crecimiento de los más
altos actualmente, cercano al 10%. Los etíopes viven en un 80% de la actividad
agrícola y un 18% de su población
no puede satisfacer sus necesidades alimentarias básicas. Sin embargo, en
Etiopía hay esperanza, hay ganas de luchar y sobre todo encontramos una
admirable capacidad de sacrificio y de resiliencia.
El Tigray es una de
las regiones del Norte de Etiopía que más ha sufrido el azote de la pobreza
debido a la guerra con Eritrea y a las hambrunas ocurridas de manera cíclica
desde los años 70. Profundamente deprimida, su población padece las
consecuencias de la falta de agua, desertización, escaso acceso a tierras para
el cultivo, falta de acceso a tecnología e innovación, reducido acceso al
crédito y bajo rendimiento productivo. Afortunadamente durante este último
lustro la naturaleza ha sido ligeramente indulgente con esta región, lo que ha
permitido que el pueblo del Tigray empiece a recuperarse, gracias en parte a
programas de cooperación internacional que buscan un desarrollo humano integral
y sostenible.
Tal es el caso del
proyecto que tiene Red Deporte y Cooperación en los distritos de Mesanu,
Mehebereweini y Agulae, pertenecientes a la fronteriza región del Tigray y en
donde se pretende lograr tener un impacto sobre la situación de inseguridad
alimentaria que sufre la población, en concreto los agricultores de la zona. El
proyecto comprende varias actividades, como la construcción de infraestructuras
de irrigación (una presa y canales de irrigación), la formación y capacitación
de los agricultores, la distribución de semillas mejoradas para un mayor rendimiento
o el establecimiento de una cooperativa de mujeres campesinas. Todas estas
actividades están impulsadas por la propia comunidad. Una comunidad que toma
parte en cada fase del proyecto y que destaca por haber participado de una
forma mucho más proactiva de lo que nunca podríamos esperar.
Durante nuestro
trabajo en el terreno, hemos sido testigos del increíble empuje, entusiasmo y
apropiación que tienen los agricultores de la zona con su proyecto de
desarrollo. El proyecto que actualmente RDC está implementando en Etiopía va a
beneficiar directamente a 105 familias, con una media de 6 miembros por
familia. Una de los acuerdos durante el diseño del proyecto era que la
comunidad tenía que contribuir con su trabajo en la implementación del
proyecto. Actualmente contamos con varios miembros de cada familia que, mucho
más allá de su compromiso de aquél entonces, está recolectando, tallando y transportando
piedras y arena así como contribuyendo con su mano de obra a la construcción de
las acequias.
Desde RDC queremos
destacar y agradecer el talante y buen hacer de los beneficiarios de nuestros
proyectos que han hecho que la implementación esté siendo un agradable camino
recorrido de la mano de nuestros beneficiarios. Un camino de retos pero sobre
todo de satisfacciones. Y es que detrás de las cifras y estadísticas, hay vidas
reales, historias de personas con nombres y apellidos, historias con
experiencias vitales de superación y sacrificio.
Durante los próximos meses nos gustaría rendir homenaje a los beneficiarios de nuestros proyectos, mediante el intercambio de una serie de historias que reflejan el espectro de perfiles que participan en nuestro proyecto.
La primera história se compartirá en el mes de agosto.
Durante los próximos meses nos gustaría rendir homenaje a los beneficiarios de nuestros proyectos, mediante el intercambio de una serie de historias que reflejan el espectro de perfiles que participan en nuestro proyecto.
La primera história se compartirá en el mes de agosto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario