Hace mucho tiempo que se dice que hay más mujeres que hombres infectados de VIH en África. La proporción anda en torno al 60 – 40 por ciento. Pero lo que no sabíamos es que las mujeres que viven con el virus al Sur del Sáhara salen mejor paradas de esta dura prueba y se cuidan más que los hombres. Lo ha dicho hace pocos días la Agencia Francesa de Investigación para el Sida, que ha publicado las conclusiones a las que han llegado 16 estudios sobre mujeres infectadas con VIH. Es interesante analizar las causas.
Estos estudios han sido realizados en cuatro países de África: Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil y Senegal, además de en dos de Asia: Camboya y Tailandia. Nos aportan también algunas estadísticas actualizadas que tienen su interés, por ejemplo que el 80% de las mujeres infectadas de VIH viven en África. Ellas son más vulnerables a la infección debido a los roles sociales que se asignan por razón de sexo en las sociedades africanas, donde generalmente las mujeres siguen sin tener mucho poder de decisión. Allí es bastante habitual que los hombres tengan relaciones con varias mujeres y que las chicas sean iniciadas en el sexo a edades muy tempranas. Además, cuando se trata de usar preservativo, por lo general las mujeres tienen poco que decir y menos poder de decisión.
Pero lo curioso, o novedoso, de este informe, es que dice que a pesar de que la mujer en África suele estar en una posición más vulnerable, se benefician más de los avances médicos con respecto al Sida. Sabemos que hoy ha pasado de ser una enfermedad terminal a ser una enfermedad crónica. Para ello hay que hacer análisis médicos con prontitud, con el fin de descubrir la infección en su estadio inicial, y hay que seguir fielmente los tratamientos con medicamentos anti-retrovirales. Pues bien, las mujeres en África parecen mostrar más interés que los hombres en beneficiarse tanto de los análisis como de los tratamientos, y esto hace que tengan más posibilidades de vivir muchos años con el virus.
Una razón muy importante que explica esto es que a las mujeres, cuando están embarazadas y acuden a cualquier centro de salud en África, se les hace la prueba del Sida de forma sistemática y de este modo, si están infectadas, lo descubren a tiempo. De este modo se impide la transmisión de madre a bebé. Ellas tienen una motivación muy fuerte para someterse a estos tratamientos y no tienen vergüenza de ser vistas en centros de salud que se ocupan de esta enfermedad, porque quieren que sus hijos nazcan sanos, por lo que se comportan de forma más responsable. Y al acudir a estos servicios, pueden hablar con más libertad de temas de salud sexual.
El caso parece ser diferente con los hombres. El estigma que aún pesa sobre esta enfermedad hace que los hombres, más preocupados por su imagen pública, sean más reacios a acudir a centros médicos para someterse a análisis que determinen si están infectados o no. Y si tienen que someterse a tratamientos anti-retrovirales, parece que tienen más vergüenza a que se sepa que los están tomando. Interesantes conclusiones estas que vienen a demostrar, una vez más, que África sale adelante gracias a sus mujeres que demuestran un gran tesón para sacar recursos y fuerzas que marcan la diferencia en la lucha por una vida mejor, sobre todo para sus hijos.
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